12 de septiembre de 2008

DISTANCIA Y OLVIDO (en LNE)

Andan sociólogos y demás deconstructores de tejidos sociales analizando un fenómeno cada vez más frecuente en la sociedad española: esas parejas que viven separadas en ciudades distintas durante gran parte del tiempo, generalmente por motivos laborales. Por lo visto es una situación relativamente frecuente en otros países europeos y como a nosotros a modernos no nos gana nadie pues ya estamos ahí, en la pomada, aprendiendo a convivir por separado sin que el amor se resienta. Todo un dilema tener que elegir entre los que dicen que la distancia es el olvido o confiar en aquellos fieles cristianos que arrullados por la voz de Concha Piquer se juraron que serían novios, siempre novios y que no se casarían nunca, nunca. Parece que a los investigadores del asunto les faltan datos estadísticos sobre los que poder sustentar sus consideraciones. Pero como la sociología es ciencia de baratillo pues ya nos van contando que la pareja más frecuente es aquella formada por dos profesionales liberales en la que ninguna de las partes está dispuesta a renunciar a una exitosa carrera y que deciden voluntariamente mantener una casa en dos ciudades distintas. Pongamos como ejemplo de representatividad a un diputado en Cortes que reside en Madrid durante la semana y que comparte los fines de semana con su esposa que es jueza en una capital vasca de la que está enamorada. Yo no dudo que haya parejas así, tan equidistantes como ideales. Probablemente también tienen razón quienes afirman que la convivencia bajo el mismo techo no garantiza una buena relación. A todo hay quien gane. Pero la realidad de muchas familias españolas que viven separadas es muy distinta. En la actualidad, en España, muchas parejas formadas por trabajadores de diferentes ámbitos del sector público (sanidad, educación, etc.) han visto sus relaciones alteradas por las dificultades que el desarrollo del estado de las autonomías impone al trasvase del personal entre las distintas regiones. El selvático crecimiento del andamiaje administrativo de muchas comunidades autónomas sometido a la pulsión excluyente del nacionalismo ha acabado por ralentizar seriamente la movilidad de los profesionales. Es una consecuencia más de la liquidación del entramado de afectos que se formó entre los españoles durante los años de miseria del franquismo gracias a las masivas oleadas migratorias que se produjeron. A decir del periodista Arcadi Espada, buen conocedor del tema, los afectos entre los españoles permanecen pero ha desaparecido la trama que los hacía operativos. Razón por la cual en España ya no será posible, por ejemplo, hacer más trasvases de ríos en los que intervengan varias comunidades. La avilantez identitaria se apropia con tanta rapidez del agua como de los individuos.

Me resulta profundamente antipática la lectura oficial de este tema que quiere hacerlo pasar como un atrevido intento de disolución del modelo tradicional de familia por parte de individuos tan avanzados como adinerados. No es justo ocultar bajo esa coartada el sufrimiento grave e involuntario de tantas personas. No hay derecho a que un Estado que se presume moderno consienta legislaciones que dificulten tan seriamente la movilidad de sus ciudadanos.

Por lo demás, hay pocas novedades. La cotidianeidad de la pareja española, junta o separada, sigue girando al son de un soniquete rutinario. Emotivo, eficaz y diádico: Vuelve pronto, amor, que sin ti no soy nada.

29 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy (y el día acaba de empezar) he aprendido "avilantez".

Me parece muy bueno el artículo: una cosa es la necesidad de muchos y otra el snobismo de unos pocos (¿aquí podríamos incluir el eterno traje blanco de Tom Wolfe?). ¿Cómo que hay tres Españas? Por lo menos hay tantas como autonomías.

Anónimo dijo...

Diga usted que sí, Sarapo, nos quieren hacer pasar por modernidad lo que en realidad es una putada.

Yo tengo muchos amigos profesores de instituto. Los que han sacado la plaza en la oposición, los mejores, están en pueblos a tomar por culo después de muchos años de docencia. Los que sólo aprobaron y son interinos todos ellos dan clase en Valladolid. Muchos de estos, obligados a presentarse de nuevo a la oposición, simplamente la firman, asegurándose así el seguir de interinos y el estar cerca de casa. ¿No es un pelín injusto?

Anónimo dijo...

El ex presidente del Gobierno José María Aznar desmintió hace unas semanas que fuera el padre que espera la atractiva ministra de Justicia francesa Rachida Dati. Aunque los rumores no sean ciertos, el caso es que, a juzgar por su buena forma física, podría serlo perfectamente. Aznar tiene casi 56 años y según unas declaraciones de su entrenador personal recogidas por 'Crónica', hace 2.000 abdominales cada día.

"Aznar tiene una forma espectacular. Parece que tiene doce años menos de su edad biológica" asegura Bernardino Lombao, quien le entrena siete días a la semana durante dos horas. El plan de entrenamiento es como el de una atleta, hace trabajo aeróbico, anaeróbico, de fuerza, velocidad, fuerza, etc, en el ginmasio del garaje de su casa.

De hecho, el ex presidente está en forma. Quizás por eso el de Dati no es el primer romance que se le atribuye. En 2004 la actriz y presentadora de televisión Cayetana Guillén Cuervo emitió un comunicado para frenar informaciones, mencionadas en programas televisivos como 'Crónicas marcianas' y 'Aquí hay tomate', que la relacionaban sentimentalmente con el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar.

Además, en noviembre de 2007, Aznar y su mujer, Ana Botella, hicieron público otro comunicado en el que calificaban de "falsas" las informaciones sobre su supuesta separación, y consideran que forman parte de una "campaña permanente de intento de desprestigio personal".

Anónimo dijo...

Chapeau Sarapo.

Anónimo dijo...

"... podría serlo [el padre] perfectamente. Aznar tiene casi 56 años y [...] hace 2.000 abdominales cada día."

Menos lobos: para ser el padre de la criatura bastarían unos pocos abdominales en los días fértiles.

Anónimo dijo...

REPORTAJE
La distancia no es el olvido
Cada vez más parejas deciden 'convivir' en casas o ciudades separadas - La relación no cambia y la carrera profesional de ambos sigue adelante
CARMEN MORÁN 08/09/2008


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Marta, Lidia y Ariadna son amigas y residentes en Barcelona. Las tres están entre los 35 y los 40 años. Todas han tenido o tienen novio y ya hay bebés que corretean por casa. La peculiaridad de estas tres mujeres es que un día, hace unos seis años, cuando normalmente una se plantea formar una familia con su pareja, como manda la tradición, ellas decidieron comprar un piso grande con una habitación para Marta, otra para Lidia y otra para Ariadna.

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Hay que tener dinero, se gasta mucho en viajes y en las dos viviendas

"Creo que es un privilegio tener dos capitales", dice Ramón Jáuregui

No se vive así por divertimento, sino por amistad y por solidaridad

Los hijos van y vienen según las necesidades y eso enriquece
Y sus respectivas parejas siguen siendo, como en aquella copla que decía "novios, siempre novios, no nos casaremos nunca y seremos siempre novios".

Quizá Concha Piquer ya avanzaba con aquel cante lo que ahora se conoce como parejas LAT, las siglas en inglés de living apart together, es decir, viviendo separados, pero juntos. Son un nuevo modelo de familia, un hombre y una mujer, por ejemplo, que se quieren, que incluso tienen hijos, pero no viven juntos, siempre hay dos domicilios. ¿Es eso una familia?

"El concepto familia-hogar, tal y como se ha entendido tradicionalmente, tenía que satisfacer tres requisitos: que existiera convivencia bajo un mismo techo, entre personas unidas por el parentesco, y formando una unidad de carácter económico", explica la catedrática de Sociología de la Universidad Carlos III Constanza Tobío.

Pero desde la copla de la Piquer ha llovido mucho en este país. Ahora una buena parte de la sociedad entiende que los modelos familiares son tantos como la libertad de elección de las personas. A veces, formar una pareja o un matrimonio, pero vivir separados, ni siquiera es una decisión voluntaria. O no la deseada. Pero ocurre y cada vez con más frecuencia. Los motivos pueden ser muchos, pero uno de los más habituales es el trabajo, sobre todo porque ahora también la mujer gana un salario fuera y no quiere frustrar su carrera profesional por seguir al marido a su destino.

Quizá preferirían dormir bajo el mismo techo, pero han elegido libremente. Y, de paso, han descubierto que este modelo puede ser enriquecedor y eterno sin que se resienta la salud de la pareja. Araceli y Pedro llevan así 18 años, una en Madrid y el otro en Barcelona. Él es funcionario y ella periodista. "Al inicio de la relación se hace un poco cuesta arriba, el teléfono puede ser entonces fuente de disgustos y malentendidos, pero cuando te vas conociendo más todo marcha", dice ella. "Para mí es tan importante la calidad del trabajo como la de los afectos. Nos vemos casi todos los fines de semana y normalmente pasamos juntos las vacaciones, aunque a veces, no todas. ¿Ventajas? Si acudimos al tópico podría decir que la relación se desgasta menos, pero no estoy convencida de eso, porque hemos pasado un año juntos en estos 18 y no he notado una presión indeseada, también estábamos a gusto. La complicidad no tiene que ver con la convivencia", afirma Araceli.

Los dos saben que si no fuera por el trabajo vivirían juntos, claro, pero seguirían manteniendo su independencia. Los inconvenientes no tiene ni que pensarlos: "La pasta. Hay que tener dinero, porque se gasta mucho en viajes y en tener dos casas abiertas. Y si no te lo puedes permitir...".

Efectivamente, los demógrafos y expertos en familias sospechan que la mayoría de estas parejas goza de una economía holgada, que tienen trabajos liberales que les obligan a vivir en ciudades distintas. Pero las estadísticas son muy pobres, al menos en España. "Si hacemos una explotación de los datos con que contamos, nos salen perfiles muy distintos, pero el número de mujeres y hombres que viven así es tan pequeño en nuestras encuestas que no se puede afirmar nada con rigor científico, la muestra no es significativa", advierte la demógrafa del CSIC Margarita Delgado. "Cuando cruzamos nuestros datos nos salen personas con estudios superiores y básicos, con trabajo y sin él, casi de todo. Si lo miramos por tramos de edades, vemos que hay jovencillas que afirman tener una pareja estable pero vivir separados, pero, en ese caso, podríamos estar hablando de un noviazgo normal y corriente que puede acabar en convivencia o incluso en separación. Eso no es una pareja LAT", concluye Delgado.

A falta de estadísticas fiables hay que acudir a los casos reales que suelen responder a ese perfil de profesionales liberales que optan por alimentar sus carreras profesionales a pesar del inconveniente de estar separados, o disfrutando de las ventajas que también brinda este modelo de vida. Las resume muy bien Ramón Jáuregui, portavoz adjunto del grupo socialista en el Congreso de los Diputados. "No es una situación que hayamos elegido voluntariamente, sino empujados por el trabajo. Mi mujer podía haber optado a una plaza de juez en Madrid, pero prefiere la que tiene en el País Vasco". Los hijos están ahora con el padre porque van a la universidad, pero han estado viviendo con uno y otra según convenía a cada edad.

En cada casa y en cada ciudad encuentran de todo y todo es distinto. "Nos vemos los fines de semana, allí o aquí, yo a veces digo que vivimos en la N-I, pero no, tenemos los dos hogares vivos y nuestra relación de pareja no se ha resentido nada, si acaso al contrario", ríe el político. "A mí esto de la vida doble me gusta, en lugar de limitarme me parece enriquecedor: si estamos en Madrid vamos a unos sitios, con unos amigos; si Madrid ahoga, pues en Vitoria hacemos otras cosas, resolvemos las cuestiones administrativas en un paseíto, salimos con otras gentes. Permite horizontes muy diversos. Creo que esta situación es un privilegio. Si acaso, gastamos más en teléfono", añade.

Después de todo, como él mismo apunta, cuántas parejas que viven en la misma casa sólo se ven tres o cuatro veces a la semana por los viajes de trabajo. Muchas. Jáuregui aporta otro dato relevante para tomar una decisión así: los hijos. "En la crianza estábamos juntos, no podría haber sido de otro modo, porque si te vas y la mujer se queda con los críos se resiente de su despegue profesional".

Así pues, unos toman la decisión impelidos por el trabajo, a otros les ayuda la ausencia de hijos. Esto último ocurre entre gente mayor, cercanos a la jubilación, o uno de ellos jubilado, que deciden vivir separados, uno en la casa del pueblo y otro en la ciudad, por ejemplo. En este caso la decisión es por completo voluntaria.

Voluntaria y deseada fue la que tomaron Marta, Lidia y Ariadna. No vivirían con sus parejas porque preferían vivir ellas por su cuenta. Las dos primeras son profesoras universitarias y la tercera trabajadora social. Tienen sus buenos sueldos y su independencia. Encontraron el piso que buscaban y la vida siguió. Sus parejas ya las conocieron en esa situación, que comparten. Y los hijos fueron llegando y encontraron dos puertas abiertas de par en par para recibirlos. La ventaja en este caso es que ellas y ellos, aunque en barrios distintos, viven todos en Barcelona.

Aunque este modelo parezca novedoso, ya no lo es tanto. Prueba de ello es que los anglosajones ya lo han bautizado como el movimiento just women (sólo mujeres). Así que quizá habría que buscar un nombre en español.

Hubo un momento a lo largo de estos seis o siete últimos años en que dos de las tres amigas estaban emparejadas con dos hombres que también vivían juntos con un tercero. El marido de Lidia murió recientemente y ahora, un hijo de él, ya mayor, ocupa su lugar en la casa de los hombres. En el domicilio de las mujeres, dos hijas pequeñas se han unido a la familia. A veces están con las madres, a veces con los padres. "Sus vidas están muy enriquecidas. Tienen más referentes. En la guardería piensan que son hermanas", cuenta Lidia. "Nosotras no vivimos así porque seamos feministas, ni porque esto sea una opción divertida, nuestra casa no tiene nada de mística ni de cerrada, nuestras parejas vienen y se quedan a veces, cenamos con amigos. Nos vemos con ellos cuando podemos y nos apetece, pero no porque ahora toca. Simplemente vivimos así porque nos gusta y hemos establecido una relación de amistad y solidaridad", sigue Lidia.

Las tres son distintas, alguna más ordenada que otra, alguna prefiere decorar con tonos discretos y otra con colorines. Nada de eso ha sido impedimento. "No tenemos un calendario de actividades estricto. Con el tiempo se encuentra una organización sin necesidad de imponerla. Y así nos ahorramos los roces de convivencia con la pareja", explica Lidia.

Por la televisión no pelean porque no tienen, y el comedor es más bien un sitio de trabajo. A veces, todas bajan a la alfombra y desparraman conversaciones entre amigas. En su casa no admitirían a un hombre para vivir, pero eso no significa que molesten, "ni mucho menos".

En alguna conferencia que ha impartido Lidia, socióloga, destaca algunas ventajas de vivir así: complicidad, prestarse ropa, compartir el trabajo doméstico, el cuidado de los niños, no tener que ver fútbol ni aguantar visitas de suegros.

Pero Lidia no quiere que nada de esto despiste. "Estamos enamoradas de nuestras parejas, yo lo estuve y aún lo estoy". Una hija póstuma de su marido contribuye a mantener fresca esa memoria. "Simplemente somos felices así". ¿Es o no esto una familia?

Loiayirga dijo...

Me ha gustado su artículo, Sarapo. Las autonomías desde el punto de vista de la movilidad de los funcionarios han sido un putada.

Terreiro, este año en Castilla y León (para evitar eso que usted cuenta de los interinos de Valladolid en la enseñanza) han inventado una cosa que se llama poularmente "el concursillo" que se ha hecho después del tradicional concurso de traslados. Los que tenemos plaza definitiva en pueblos podemos pedir ocupar plazas "provisionales" de las capitales que normalmente ocupaban interinos. Es algo provisional que dura dos años. El interino iría a la plaza que deja el funcionario en el pueblo. Yo concursé pero no me dieron nada en Salamanca.

Loiayirga dijo...

La vuelta de Ana está siendo muy fructífera.

Anónimo dijo...

Yo es que soy una anticuada. Lo natural en un momento dado es querer convivir con la persona amada, ¿no? Qué cursi, voy a arreglarlo: otra cosa es el puñetero curro.
En Madrid aceptan médicos de cualquier CCAA sin restarles puntuación por tiempo trabajado en otra autonomía. Dos compañeros curran de médicos de familia en Gerona sin problemas, interinidad nada más llegar. Lo difícil debe ser opositar con otro idioma de por medio o conseguir plaza en las grandes ciudades.
Tanta Unión Europea y libre circulación y aquí parecemos gilipollas. Sorry.

Anónimo dijo...

Mecanikong, yo todavía soy más anticuada. Me explico:

-"... porque si te vas y la mujer se queda con los críos se resiente de su despegue profesional".
Pues no te digo lo que se resienten los niños.

-"En el domicilio de las mujeres, dos hijas pequeñas se han unido a la familia. A veces están con las madres, a veces con los padres. 'Sus vidas están muy enriquecidas. Tienen más referentes. En la guardería piensan que son hermanas' ".
Mi hijas tienen ambas una hermana de las de toda la vida. En su caso no es tan enriquecedor porque van a tener que compartir la herencia.

-"Con el tiempo se encuentra una organización sin necesidad de imponerla. Y así nos ahorramos los roces de convivencia con la pareja".
Pues yo impongo la organización con mano de hierro y no me va mal. Para los roces lo mejor es un buen lubricante como la saliva.

-"...algunas ventajas de vivir así: complicidad , prestarse ropa, compartir el trabajo doméstico, el cuidado de los niños, no tener que ver fútbol ni aguantar visitas de suegros."
Yo también tengo todas de esas ventajas a pesar de vivir con ¡un hombre! que encima (otras veces debajo) es ¡mi marido! Quedan excluidas las visitas de los suegros. No se lo digan a nadie pero es que a mí ¡me caen bien mis suegros!

Abate Marchena dijo...

El matrimonio es una institución de gran contenido económico.
Digamos que lo fundamental que lo condiciona es la situación económica de ambos partícipes.

La mayoría de las parejas que se forman a partir de los 50-60 años disponen de dos viviendas, con sus originales condiciones de habitabilidad adaptada a cada uno de ellos y con todos los enseres que tenían antes de su unión.

Son duraderas, mantienen la privacidad, y son garantes de la soledad necesaria para la introspección individual.

Anónimo dijo...

Pero que grande eres Abate¡¡¡¡¡¡¡¡

jajaja¡¡¡


Que se lo digan a los de Calabardina.

Anónimo dijo...

¿Qué quieres ser de mayor'

Anónimo dijo...

A mi el video anterior me parece una chorrada

Anónimo dijo...

¡¡Pero que grande eres anónimo!!!
Ja, Ja, Ja...

Anónimo dijo...

El interino más cercano de nuestra oposición, tras suspender, se dio de alta en un partido político y es ahora el que más manda. Justo y necesario: el resto huimos de la política y sus puestos.

Anónimo dijo...

Abate: "La mayoría de las parejas que se forman a partir de los 50-60 años disponen de dos viviendas,..."

Eso se avisa. De haberlo sabido, en lugar de casarme a los 30 habría esperado otros treinta años.

Anónimo dijo...

Jaja. Sí, y si esperamos otros 30 más: tenemos la tercera garantizada.

Anónimo dijo...

Son duraderas, mantienen la privacidad, y son garantes de la soledad necesaria para la introspección individual.




eso sería antes. ahora ya no hay constructores tan competentes

Anónimo dijo...

Olé, Sarapo. Ese último párrafo, magnífico.

En estos asuntos es mejor escuchar la Cadena Dial que a tanto sociólogo progre sesudo y engolado.

Anónimo dijo...

¡Qué dura es la vida del funcionario y/o empleado público! Seguro,Sarapo, que eso le quita más el sueño que la situación de los parados, que para el progre Montoro van a sufrir una limpieza étnica.

Anónimo dijo...

En mi mesa de noche, en los últimos años siempre Trapiello.
Desperdigados, aunque ordenados, por el resto de la casa, los promiscuos: Baricco (Homero, Ilíada), Auster...
En el bolso de la playa, los compañeros de paso.

Como Ana dio en la diana con La maravillosa vida breve, Pipurrax irá presto a San El Corte Inglés a por Obabakoak, simultáneamente recomendado por otra Ana.

Puede que A. Artiles sea una gran actriz como dice Recién, pero les advierto del pufo de David Trueba Saber perder que, encima, te deja desasosegada.

devisita

Anónimo dijo...

Sexo oral sí, sexo anal no


Una sexóloga egipcia da sus consejos sexuales a todo el mundo árabe desde su programa de televisión basándose en la religión islámica

Anónimo dijo...

Yo llevo años oyendo Cadena Dial. Me pone cuando dicen romántica y latina. Y además, las cancioncillas de la radio son casi tan buenas como espiar conversaciones ajenas en el autobús.

vCasale

Anónimo dijo...

EL DUBITATIVO JUAN

Me costó semanas encontrar un apodo para el dubitativo Juan, como si sus propias dudas acabaran proyectándose a su alrededor en un alarde único de simbiosis entre el hombre y su medio.

Físicamente, el dubitativo Juan se parece a Subirats cuando tenía 37 años. Tiene los ojos azules incisivos y extremos del hombre que duda entre boli Bic o Pilot, goma de Milan o Staedtler, inkjet o laser, pegamento removible o permanente. Si no fuera por ese aire alucinado que le confieren las dudas podría pasar por un hombre guapo. Pero sufre, y ese sufrimiento se refleja en su rostro, otorgándole un aspecto cuanto menos inquietante.

Al principio, el dubitativo Juan me ponía a parir. No encontraba la manera de ubicarlo y sus dudas banales y nimias tenían el efecto de la broma pesada con que el cliente plasta pretende amortajarnos en vida. Fue entonces que me armé de paciencia y empecé a percibir en el dubitativo Juan signos de un sufrimiento nada ligero que me llevaron a sentir por él una creciente simpatía. De hecho, el dubitativo Juan es mi cliente y todo el mundo lo sabe. Hasta el extremo de que entre los dos ha surgido una creciente relación mutua de simpatía y complicidad. Mientras él duda yo le dejo dudar. Y así semana tras semana desde hace año y medio en que entró por primera vez.

El otro día, el dubitativo Juan volvió de vacaciones. Al verle entrar me entró el inevitable arranque de risa que siempre me provoca y que matizo profesionalmente y de manera sincera con un saludo alegre y confiado.

Como siempre, el dubitativo Juan dudó. Esta vez entre llevarse una caja de fundas o dos. Como hago siempre desde que lo calé le dejé 10 minutos en el mostrador de los dubitativos para que se aclarase. Al rato, y cuando ya daba síntomas de ansiedad y fatiga, le convencí para que se llevara dos cajas. Aceptó como siempre mi consejo y
fuimos a caja a pagar. Entonces le pregunté.

-¿qué tal las vacaciones Juan?
-Bien, muy bien, hemos estado en Marbella y luego llevé a los nanos a la warner.
-No sabía que tuvieras hijos, ¿cuántos tienes?
-dos, bueno, tres.

Y entonces me tuve que agachar para no mearme encima. Ya saben porqué le llamamos el dubitativo Juan. Por si quedaba alguna duda por despejar.

vCasale

Anónimo dijo...

Vaya mierda de duda. Vázquez-Figueroa no sabe si tiene veinte o treinta.

Loiayirga dijo...

I like one thing of september. I come back to work on this month. But this is not that I like. In September I am able to see Victoria´s feet. Victoria is a woman that works with me and she only wears sandals these days. I love Victoria´s feet. I love her nails. Her nails are white and perfect. I am only able to see her feet a few times each year. In September. I love September.

Por favor, corrijan mi inglés de novato. Les estaré muy agradecido.

Anónimo dijo...

Sin ti no soy nada.
(La letra de la canción está debajo de la pantalla)
(( De nada))

Anónimo dijo...

La avilantez identitaria y el selvático crecimiento del andamiaje administrativo de las CA como excusa para no comprar el piso a medias. También hay que mencionar sus efectos positivos: favorecen el cibersexo.