2 de agosto de 2008

OBAMA, SARKOZY, GIJÓN Y ALMERÍA

Prosigue el huracán Obama su paseo triunfal. Entre alguna que otra turbulencia dialéctica asoma una estrella en su discurso. Una frase: "Yo soy ciudadano del mundo", dicen que dijo en Berlín, by the wall. Una frase luminaria. Pero me da que en esta Europa nuestra tan plena de nacionalistas y de feligreses de Benedictoo de Mahoma no le será propicia al negrito. Como profesor seduce a los alumnos y deja perplejos al resto de docentes, dice el New York Times, demócrata a borbotones de rojo pasión. Y ya su señora ha sido nominada a elegante del año.

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-Le preguntan: ¿Es superoptimista?
-Sarkozy responde: Si lo fuera no me levantaría a las cuatro de la mañana. Solo digo que hoy estoy donde quiero estar. Me he preparado psicológicamente para no desesperarme cuando la cosa va mal y para no exaltarme cuando la cosa va bien.

Los periodistas sirven para inventarse a sí mismos.

(Jasmina Reza: El alba la tarde o la noche)

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Puede que la frase "Gijón no nos interesa, lo nuestro es ganar y punto" pronunciada por un concejal del Partido Popular gijonés quede enclavada en una nueva historia universal de la infamia. Toda la abyección y la perversión en una sola persona. Y encima culpan al PSOE de manipulación. Queda poca verguenza. Muy poca.
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El link que le falta al artículo de Espada sobre el caso Almería.

¿Qué pasó en Almería? ¡Ay, Almería! ¡Pobre Almería!

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Ferragosto, claro, claro...



Visiten nuestra web...upedé, claro, claro

ΣAnx_ dijo...

C'ds, por supuesto.

Anónimo dijo...

Forza Austen!

Abate Marchena dijo...

Hoy el Arcadio me ha hecho viajar de su carta al blog de Jambrina del 5 de Octubre de 2007, y allí, al relato del Viejo Casale denigrando la "vespa" y mi cabreo con él.

¡Como corre el tiempo!

Anónimo dijo...

Un regalo para todos, en especial para los asturianos y sus rememoraciones veraniegas.
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Era por la mañana. Íbamos en carro y el carro olía a hierba seca y a manzanas maduras.
La burra se llamaba Manolín y era gris.
Gris
Íbamos a la estación a buscar a los primos que llegaban de Madrid a veranear.
El jardinero que es el dueño del carro, se llamaba Manuel el Jardinero y arreglaba el jardín para que no salieran boliche y hierba entre las flores del jardín.
Manuel el Jardinero huele a vino y nos daba un vaso cuando íbamos a su casa mientras cenaba y levantaba el mirándolo al trasluz para decir muy serio: “Sangre de Cristo”, y dejaba la marca de los dedos en el vaso y arreaba la burra con una vara de avellano muy brillante.
Unos prados están llenos de rocío y otros ya llenos de sol y amapolas.
Olía a fresas de mayo y al sol azul.
Pasaba don Robustiano en bicicleta chirriándole los pedales, y va siempre en bicicleta a la oficina porque es republicano y espiritista y no está casado por la Iglesia y tiene un pelo gris siempre despeinado como San Juan y parece el fakir Flormax que adivina el Pensamiento.
Cuando nos adelanta le gritamos:
- Robustiano, mal cristiano, tienes la cara de ano.- y nos santiguamos y cantamos la Marcha Real.
En casa nos dicen que le digamos “tienes la cara de enano” en vez de “tienes la cara de ano”, pero aunque “enano” pega también con Robustiano es más divertido decir “ano”, que quiere decir “culo”.
Como hace viento, don Robustiano no nos entiende bien y nos saluda al pasar muy sonriente levantando una mano del manillar para decir adiós, y como anda mal en bici se le tuerce la guía y se pega el morrón justo delante del carro.
Después se levanta haciendo que se ríe y se limpia las rodillas como los hombres en misa después del Alzar.
- Ya no está uno para esto- le dice a Manuel, y nos mira como triste.
Era el gran momento para repetir, ahora que nos oía bien, lo de la cara de ano, pero no nos sale porque aunque sabíamos que era pecado mortal pensar que don Robustiano, que era ateo, era bueno, casi nos daba pena de él y nos daba lástima insultarlo y que fuese después al Infierno.

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Nos sentamos y tío Arturo pidió dos botellas de sidra. Una para él y la otra para nosotros..
Estábamos en una mesa de afuera, debajo de unos robles.
Tío Arturo echaba la sidra muy bien y daba mucho gusto oír el rin-rin de la sidra contra el borde del vaso y ver el chorro amarillo, tan dorado, que brillaba a veces cuando le daba el sol, y la botella verde oscura que iba quedando cada vez más clara y transparente.
Helena se sentó a mi lado y le cogí la mano por debajo de la mesa. No la quitó y empezó a sonreírse. Yo estaba feliz, feliz hasta estallar de gozo.
En la mesa de al lado había cuatro hombres gordos y colorados tomando sidra y centollos.
-¿Fíos ya?-le preguntaron a tío Arturo.
-No, sobrinos.
Los otros se rieron y empezaron a llamar guapa a Helena, que estaba muy contenta.
Se acercaron y nos ofrecieron centollo con las manos sucias y pringosas. Helena se acurrucó junto a tío Arturo y me apretó la mano más fuerte.
Los cuatro hombres quedaron en pie frente a nosotros, se agacharon un poco, juntaron las cabezas y empezaron a cantar. Cantaban a cuatro voces, muy bien, y era una cosa triste, muy bonita:

“Si viviera el tu padre, que yera tan buenu,
collarinosde plata llevares al cuellu...
agora no, mio neñu, agora no;
agora no, mio neñu, agora no...

Tío Arturo escuchaba muy atento y yo miraba a Helena que tenía lágrimas en los ojos y se apretaba contra tío Arturo como con miedo. Los cantores abrían y cerraban la boca, se hinchaban y deshinchaban, muy serios, como si estuviesen rezando, tenían los ojos perdidos como si miraran para adentro. Y uno de ellos tenía la botella de sidra en la mano y la botella temblaba. Levantaban la voz de repente:

“Agora no, agora no, mio neñu...

y volvían a bajar, poco a poco, muy tristes, muy bien.
Debajo de los robles había una sombra verdosa y manchas de sol que se movían por el suelo y las mesas. En la puerta del chigre un perro se rascaba dormitando, con ojos soñolientos y rojizos. Empezaba a hacer calor y pasaban zumbando avispas y moscas brillantes. Al fondo, entre los árboles, se veían prados verdes, aldeanos trabajando entre los maizales, bueyes y un trozo de mar. Venía un olor a hierba húmeda calentada por el sol de mediodía, y yo, muerto de felicidad, con Helena a mi lado, entrecerraba los ojos y me hundía en el fondo de mis pensamientos. Pensaba en el verano que me esperaba junto a Helena, bajo aquel cielo, entre los prados verdes, los ríos y los árboles, sabiendo que ella me quería, y casi se me llenaban los ojos de lágrimas.

Helena o el mar del verano
Julián Ayesta
Ed. El acantilado (23)

Anónimo dijo...

Bags Bags Bags bags!!
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Anónimo dijo...

de momento, el problema de la política de Obama, por no mencionar el problema de su política exterior, es que es una política de la identidad, y no de la unión. de unión, de momento, solo tiene la retórica, y dependiendo del contexto, de quién paga, etc.

au contraire: no nos interesa la identidad, nos interesa hacer las cosas bien.

ArchipielagoAvilés dijo...

Y esa reflexión sobre que no ve la radioterapia en Gijón, pero que la apoyará por el partido... Tampoco está mal.

Anónimo dijo...

Almería Tour Boys beach :)

ΣAnx_ dijo...

Time or not time to time. Where is the question ?

Anónimo dijo...

La vida es una hormigonera.

Anónimo dijo...

Vuelvo a casa. Tomatera socarrada. Llegó a 45ºC de máxima el termómetro de la terraza.
Pedrowasterman protegido, para verlo debe iniciar sesión ¿Qué pasó?
Verás mañana en el curro...

Anónimo dijo...

Murió Solzhenitsin.

Anónimo dijo...

Sí. He leído la noticia en El país digital. Solo la reseña de Archipiélago Gulag da miedo.

ΣAnx_ dijo...

One love one Where one's stay my scoff?