AGUA Y PLÁTANOS

Psicólogos al pie de la tragedia de Barajas. Por intentar explicar este extraño fenómeno dos periodistas de El Mundo firmaron ayer un reportaje escueto y preciso en la sección de neurociencias donde queda claro que no todos estamos de acuerdo
Yo sigo preguntándome por la razón última que ha conducido a la magnificación de las intervenciones psicológicas en las catástrofes. Me sorprende muchísimo el gran interés de los poderes públicos por poner a todo tipo de víctimas rápidamente bajo control psicológico.
Según Guillermo Rendueles, psiquiatra gijonés que ha estudiado esto mucho y muy bien, el asunto no sería mas que una prolongación de los efectos benéficos del Estado del Bienestar. Ese Estado del Bienestar que se ocupa de gestionar agencias que solucionen todos y cada uno de los problemas del individuo sin que éste se sienta perturbado. Todo tipo de perversiones, pecados y vicios encuentran remedio en el arsenal terapéutico de los PSI que el Estado del Bienestar intenta acercar a la población. En el mejor Estado del Bienestar el dolor sobra, parece deducirse.
La francesa Liliane Sichler cree encontrar la causa última de la proliferación de estas intervenciones en el declive de la conciencia de una nación fuerte y en el deterioro de la confianza de los ciudadanos en los políticos y en las instituciones. Sichler detecta entre sus compatriotas un profundo descrédito de la utilidad del trabajo y de las capacidades personales que les hace carne de cañón para los consultorios psi que crecen sobre la mezcla de almas sufrientes y corazones ambiciosos.
Algo hay de razón en ambas explicaciones. Pero hay un vector de energía más potente que recorre subterráneamente la epistemología de estas prácticas. La convicción posmoderna de que nada es verdad ni es mentira, el aliento más acre del constructivismo que niega la existencia de la realidad, que afirma que nuestras emociones más esenciales pueden ser modificadas a nuestro antojo si arrancamos algunas espinas de nuestro pequeño mundo. Mira como lo cuentan en el Público ¿Qué cómo se hace? Pues ya saben. Haciendo fuerza, como Anthony Blake o Tony Kamo.
Solamente he tenido una ocasión de intervenir con una familia en una situación, digamos, de shock emocional. Un brutal suicidio adolescente. Habían pasado unas 12 horas de la muerte del chavalillo y estaba toda la familia junta, unas veinte personas, en un tanatorio lejos de su residencia habitual. Me presenté y les pregunté si necesitaban algo. Creo que yo temblaba más que ellos. La madre, una mujer menuda y enlutada, me dijo que ya lo habían hablado y que sí, que necesitaban agua y unos plátanos. Muchas veces lo mejor y lo que más cuesta es estarse quieto.



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Al escribidor le han presentado hoy a Sandro, el nieto argentino de Alfredo Vidal que se ha hecho periodista. Sandro ha vivido veinticuatro años en Argentina y lleva unos meses en España, buscando trabajo en periódicos, revistas o editoriales. Le ha encantado la idea del escribidor aunque el escribidor se queda con la idea de que Sandro sobre su abuelo sabe mas bien poquito. Pero tal vez Sandro pueda servirle para aclarar algunos aspectos de los años que Alfredo vivió en Buenos Aires y su apresurado retorno a España cuando Videla tomó el poder. El escribidor nunca creyó del todo lo que Alfredo le contó sobre aquellos tiempos.
En una agradable velada en su finca de A Ramallosa el escribidor le habla a Sandro de Soldados de Salamina, de la posibilidad de novelar el relato y de que se siente exultante desde que leyó un artículo de Javier Cercas titulado Relatos reales donde viene a concluir que hay pocas diferencias entre sus Soldados de Salamina y El Quijote.



(continuará...)