
intentando adivinar en los rostros la emoción de lo nunca antes vívido. Nada. Los rostros continúan iguales, son los anónimos de siempre que nada dejan traslucir a los extraños de su vida interior, de sus euforias o sus penas. Incluso un camarero avezado como yo no consigo distinguir ni un ápice del jolgorio del triunfo. Evidentemente para eso hay que ser un espectador mas avezado aún, como Casale. ¿Me cruzaré con algunos de los inauditos personajes valencianos? ¿Con la juez caniche?
Llego a la Plaza, me armo con los dos objetos más peligrosos en manos de un turista. Un mapa, una cámara digital. En la plaza todo se dispone como Dios manda. Las banderas correctas, la simetría propia de las Casas Consistoriales que tranquiliza a los administrados, la plaza vacía por el tremendo calor levantino y solo un pequeño punto de unos cientos de miles de píxeles es muestra diminuta de lo real diverso frente al peso de la administración. Esa gaviota que vuela en el cielo, tan diferente al pajarraco con el que los valencianos decidieron adornar su escudo, ignorante aún, el pobre animalillo, de que esta ciudad se ha volcado hacia el mar después de siglos de ignorarlo. Supero el tópico que toda buena crónica debe llevar dentro y continuo.

Miro el mapa innecesario y decido al fin ser infiel a Casale, visitaré la Catedral, no Mestalla. En mi camino encuentro varios ángeles extraviados, Valencia ciudad con alas (como las compresas). ¿Qué puede hacer un ángel subido en una locomotora de vapor sino estar perdido? Entonces recuerdo que las únicas alas que le faltan aún a Valencia son las del AVE. Este hecho irrefutable hace que reafirme mi paso vallisoletano, Nosotros ya sabemos lo que es la modernidad, joder!

Sigo avanzando y me encuentro con un Vinatea que me confirma en mi ignorancia histórica, un león en el aire, cúpulas que refulgen al sol del último día de junio. Y si, mirando hacia abajo, coches, muchos coches. ¡Que exhuberancia de combustible fósil! ¡Que dificultad para un aldeano como yo encontrar el sitio justo para cruzar las calles! No consigo llegar a la Catedral sin cruzar por algún lugar indebido. Pero ahí está. Una catedral como debe ser, con su placita repleta de más coches y autobuses carmesí, con su parking justo delante con plazas libres, Claro que es fácil tener plazas libres cuando la entrada está cortada por una valla que impide el paso. Seguro que hay otra entrada, reflexiona el turista con esa vena analítica que el estar sólo y el no tener nada que hacer le proporcionan. Pienso con nostalgia en mi auto obligado a estar bajo la más intensa de las solanas debido a que el infernal tráfico nos ha conducido hacia un parking al aire libre, cosa desconocida en otras latitudes. Pero claro, es que construyen un metro, cosa complicadísima que subvierte los espacios.

Huyo del mundanal ruido por el precio de cuatro euros. ¿Es esto el laicismo? Quizás sí. Creyentes y no creyentes debemos pagar por ver el recinto sagrado. Todos por igual. Sin distinción de creencias. Todos con nuestra guía de audio en nuestras delicadas orejotas, dispuestos a disfrutar del arte, de la hermosura objetiva, piedras y mármoles sin más valor que el de la belleza. ¡Aparten de mí el caliz de lo simbólico y el pensamiento mágico! (como dice cierto amigo mío). Y entonces tengo una revelación. ¿Qué sitio sino este para una revelación? El Valencia C.F. debía permitir visitas a Mestalla, este su último año, con guías de audio y textos de Casale que nos hiciesen comprender la grandeza, la nostalgia y la belleza de ese recinto y de ese club. Tan echado a perder. Como sé que no hay imaginación en este mundo, cada vez menos, (incluso yo, como pueden advertir por estas líneas, hecho mano de la crónica y no de la literatura) comprendo que mi idea es un disparate, pero ¿qué es una revelación sino un disparate?

Y hay belleza. Más angelotes, del género musical esta vez, ignorantes aún de las posibilidades del transporte ferroviario. Allí, arriba del altar, esas pinturas del cielo azul cobalto que ahora han restaurado y que algún genio del siglo XVII o XVIII decidió tapar en aras de algo más moderno, más fashion, que esos antiguos frescos por los que él no se había llevado comisión alguna de fama ni mandato. (Compruebo aterrado que Word no me señala fashion como palabra desconocida en idioma español. Y yo que creía que Microsoft estaba un poco old-fashionado).

Bueno, recorro con lentitud la catedral. Tiene momentos hermosos, como la brillante capilla donde se guarda un Santo Grial homologado. A su alrededor un comic de alabastro compara escenas del Antiguo Testamento con otras del Nuevo. Incomprensible para cualquier joven de la ESO. Sencillísimo de comprender para cualquier paleto del XVIII. Tomen esto como una pequeña reflexión, no como censura.

Y entonces me encuentro con ellos: Son trece, evidentemente el equipo titular y dos suplentes. Gastados por el tiempo. Ya casi olvidados sus nombres. Anteriores a los tiempos de Quino, Del Sol y Balaguer. Esos hippies irredentos que seguramente protagonizaron una revolución en nuestro deporte. Observen la cara de resolución del central de frente despejada. La melena y barba rizada de un portero que va más allá de la presunta santidad de Iker. La nariz y la barba afilada, la mirada inteligente y periférica del medio dentro. La expresión propia del killer del área. ¿Qué alineación debió ser esa? ¿Hasta donde pudieron llegar con su loca propuesta de fútbol amoroso? ¿Qué genial secretario deportivo les encontraría y donde? ¿Se dignará a pasar por aquí Villalonga? ¿Serían del Levante? ¡Por Dios, Fernando, seguro que no! ¡El Levante, quiá!


Aún confundido me dirijo hacia el cielo, el miguelete. 210 escalones de una altura bastante regular. Los años no pasan en balde. Sufro una crisis hacia el escalón 120. Pero la capacidad de sufrimiento es mayor que a los 18. Entonces no sufría, ahora me ahogo. El resuello suena más feliz cuando alcanzo a unos recién casados argentinos de veintitantos. Llego arriba. Ni desde esa altura consigo ver Mestalla. Al menos, abajo el tráfico ha cesado. Valencia entera se rinde a mis pies. Suena el móvil. Es mi mujer.
- Oye ¿donde estás?
- En la cima del mundo.
- Vale, que ya he terminado y que vengas para acá a comer.
Comienzo el descenso

34 comentarios:
Catalino en el imperioaustrohúngaro, Terreiro en Valencia, Pablo y Ana en Oviedo con la cabritilla pero ¿ y M.A.? ¿dónde coños est´´a M. A.?
Va a ser eso de la crisis y las soluciones habitacionales una verdad tan grande como el Miguelete. Ana con cabra en el jardín y en mi apartamento de la playa urbana en vez de un mirlo ha sido una blanca paloma la que ha anidado en la salida de ... Sí, ahí mismo ¡Joer!
Fer, en Valencia, sudando.
El móvil siempre suena en el momento más oportuno :)
Es que hay lugares definitivamente marcadas por este blog. Avilés, la Artabria,, Catalino y su amplia geografía, Rumanía. Pero ningún sitio como la Valencia de Casale, y encima el día siguiente de ganar la Eurocopa.
Problemas habitacionales los hay en toda la naturaleza.
Una pareja de golondrinas aparece cada primavera para ocupar el nido que abandonaron el verano anterior en el interior del garaje de la casa de mis padres.
Éstos, comprensivos, dejan de cerrar la puerta para que la pareja entre y salga a su gusto.
El problema habitacional aparece cuando eclosionan los huevitos: cinco este año.
Los pobres padres pasan la noche acurrucados en una viga mientras cinco cabecitas se apretujan en el nido.
Mientras Manolito o Betty la fea, los dos gatos, andan al acecho a ver si se cae algún polluelo del estrecho nido.
Y yo me pregunto ¿por qué no amplían en nido, que esto es un sinvivir?
B.S.O Modern Talking
529 escalones subimos en la Catedral de Colonia.
Y pagamos por subir.
Divinamente.
devisita
Sarapo, nosotros nos mudamos una vez a la semana; si hay que ir al médico, dos.
Maravilloso artículo el de Terreiro.
Veo ahora en Telecinco un programa de parejas estupendo, me dicen que se emite ya hace varias semanas y yo no lo había visto. Se lo recomiendo.
Dos chicos ligando en el programa del que habla Vinyoles.
El chico a la chica:
-Al menos sabrás cocinar, ¿no?
Dos visitas en mi blog hoy desde este.
Gracias.
El programa del que hablan estos dos es cosa de ver.
Un chico del programa elige a una chica argentina para quedar. Al proponérselo le dice:
"Vamos a probar el entrecot argentino".
No entiendo que no emitan este programa en todas las cadenas. Y encima ahora lo interrumpen para poner anuncios.
Oiga Terreiro, ¿y por qué no me llama o viene a verme?
vCasale
Espléndido paseo, Fernando. Y otra vez llame al viejo...
Un saludo.
Happel
Ana, no insista. Desde que apareció la cabra todos supimos que Pablo no pasaría dos navidades en ese quinto piso.
Así que dejo a "mi mujer" en Pascual y Genís y me dirijo con paso firme a la Plaza del Ayuntamiento.
Si yo fuera Ana, Matilde, Dora, o Gumersinda te daba con el bolso en los cuernos.
¡¡machista!!
Sarapo perfecto aguijón. Esta vez no habrá humillación. Se puede renacer tras la compasión...
La, lay, laraila,no habrá venia.
www.whenwillamywinehousedie.com
B.S.O-Volta-Björk
"Desde que apareció la cabra todos supimos que Pablo no pasaría dos navidades en ese quinto piso."
O sea, que lo que yo creía un interés inmobiliario va a ser un asunto de cornamentas. ¡Tiene cojones la cabra!
Castilla siempre habló de los celos como no-normales. Siempre he visto q cum(8p)len su función pero son perceptibles y el partener suele manipularlos. La cabra siempre tira al monte, es cosa de chicos y chicas. Yo me fio de la espontaneidad del primer momento: nunca falla. no tengan pérdida...
De la obsesión al delirio un dedo ;)
Casale: al año que viene, prometido.
Grande Terreiro!
Sarapo: al lado del Sevilla FC. Luego pasaré los informes a Mareo.
Excelente!
El Barça rechaza volar a EEUU con Air Berlín porque no potencia el uso del catalán
UP to date
Westermann, yo le debo muchas más. Gracias por la crónica de viajes, real a diferencia de las mías.
Tengo en la playa dos tias nonagenarias. A ver, una es tia y la otra, como vive con ella desde hace más de cincuenta años, tambien la llamo tía. Es lo que me dijeron de pequeño que era y así se solucionaban entonces estos delicados asuntos. Andan ya camino de las tres i fatales (inestabilidad, incontinencia e inmovilidad) aunque, de momento, solo se les nota la primera. Se ponen muy contentas cuando la gallega y yo podemos bajarlas a que se den un baño. Hay un escalon jo... para entrar al mar y es mucho peor para salir. Así que temblorosas y apalancadas en mis fornidos brazos las subo y las bajo mientras la gallega vigila la retaguardia. Hoy al corro se ha apuntado una señora y su hija. Estando ya con el agua al cuello la tía verdadera (no política, vamos) daba saltitos y de la alegría me atizaba unos achuchones con beso chillao. La hija de la señora pensó, supongo, que iba, lo de los besos, incluido en el lote del Sr. simpatico que ayudaba a ancianas e impedidas a meterse en el agua y ha decidido darme ella el suyo. Menos mal que yo voy muy bien afeitado a ver a mis mayores ya que la mongolita cariñosa besaba en las mejillas con la boca algo abierta y con un poco de lengua fuera. La gallega, al salir, se ha caido de la risa en el peor momento.
Loia, ya ve, a mi si me hacen caso.
Cat el scout.
Borderl.ene
Cat, está muy bien que haga usted buenas obras con las ancianas. Esperemos que un día (lejano) alguien sea tan generoso con usted y "su" gallega. Perdón, marchena, la gallega.
No conocía las tres "i".
Gracias a todos los que le ha gustado mi relato.
Abate las mujeres son así. A la mía le gusta que diga eso de mi mujer, sin embargo no soporta lo de señora de..., vaya usted a saber por qué.
Cat, yo esta historia la estaba viendo en blanco y negro. Un buen guionista tendría un filón inagotable con usted. Pero buen guionista y español ahora mismo parece una contradicción.
Sarapo, ¿pudiste ver, por fin, el video que te mandé?
Forza Austen!
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