SOLOS EN LA MADRUGADA

A las cinco de la mañana. Eran las cinco de la mañana cuando me desvelé lejos de casa y de ella; sin almohada ni espaldar poco sé hacer ya a solateras. ¡La radio!. La radio que casi nunca falla. Y vuelvo a escuchar las reflexiones de los periodistas sobre los cambios que Aragonés quiere poner ante Grecia: Cedrún, que muy bien y Azcargorta, que muy mal. Las razones de Azcargorta eran palmarias: es que si alguno de los nuevoslo hace muy bien, habrá debate sobre el puesto y eso creará inseguridad en el titular. Xavier es de los que gustan de la estabilidad en el empleo.
Llegan las seis de la mañana y media España, lo quieran o no, escucha hoy a un cierto periodista dar la noticia de su condena. Pocas veces se tiene tan alto honor. La mayor parte de las veces ni te enteras de que algunos periodistas calumnian o difaman a la gente. Por ejemplo, los paladines de la educación y el respeto llevan unos cuantos meses publicando desmentidos en portada sobre las presuntas y estrechas relaciones entre Miguel Barroso y un grupo de prensa antes de que Barroso llegara al gabinete de Zapatero pero casi nadie se ha dado cuenta de que El País lo hace porque fue condenado a restituir en su honor a dicha persona a la previamente había difamado.
Un poco así le ha pasado a Losantos con Gallardón. Básicamente coincido con Losantos en sus reflexiones sobre Gallardón pero no en sus insultos. Se quejaba el reo del bajo precio del honor del Alcalde, de que él se había limitado a reproducir las portadas del ABC. No todo es verdad. Lleva años insultando a Gallardón y muchas veces le ha acusado sin pruebas. La suspicacia mueve montañas y no digamos ya, la paranoia. El paranoico no necesita demostrar nada porque lo sabe todo de antemano. Lo único que le preocupa es que la realidad no le cause problemas. Habla Espada de sentencia " ad hominem". Puede, porque se juzga un concreto día. Pero aunque así fuese yo recordaba hoy el caso Winslow: no se ha hecho justicia pero se ha hecho lo justo. Poco a poco entre voces y quejidos, en una madrugada de penas cantadas al alba mientras Federico le daba estopa al Alcalde, allá al fondo del paisaje, tras el Gorfolí, amanecía.


CODA: "¡EL HONOR¡ ¿QUÉ COÑOS ES ESO DEL HONOR?"

Federico J. L. por martinetes.


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Sin levantar la cabeza morena, sin mirarme a la cara y sin cambiar el tono de voz ni el tema que nos ocupaba, me soltó un entrevero "Aún no me has felicitado por lo del Sporting..." Pero la ronquera no le dejó seguir.